sábado, 12 de noviembre de 2016

A LAS EPS: ¿Por qué negarles la posibilidad de vivir?


Esto sucede en Cali, Noviembre del 2016.



Jerónimo tiene 6 mesesitos de vida. Está aprendiendo a gatear. Se esfuerza hasta donde más puede. No lo logra. No puede y por ahora no lo podrá. Nació con sus piecitos doblados hacia los lados. Necesita unos yesos correctores para que se le acomoden los pies. Mientras, el tiempo implacable fortalece sus huesitos. Su EPS dio una cita para que lo valoren en el 2017. Jerónimo aún no podrá gatear.

Juan vive con su esposa e hijo. Para el mundo, son una familia normal. Ambos trabajan y luchan día a día por sacar a su hijo adelante. Es dentro de su casa cuando se enfrentan a la vida. Todos tienen VIH. Dependen de los tratamientos médicos.  Ahora necesitan unos medicamentos que se llaman  Tenofovir x 300 mg y emtricibitabina x 200 mg. Deben tomar 1 tableta cada 24 horas. Su EPS no se las entrega. Hoy una familia entera no tiene como enfrentarse a la vida.

Gloria tiene 31 años y un síndrome convulsivo  crónico. Convulsiona en cualquier momento y podría morir si no es asistida por alguien que le brinde primeros auxilios. Tiene un retraso mental. Es alimentada por una sonda que le rompe el estómago, pues no puede deglutir los alimentos. El médico le ordenó servicio de enfermería 24 horas, 7 días a la semana, de lunes a domingo. Su EPS le suspendió el servicio de enfermería. Su familia no tiene la experticia para atender una situación de emergencia. Una convulsión atendida sin experiencia, podría ser fatal.

Doris tiene cáncer de colon. Desesperada lucha por salvar su vida. Debe tomar unos medicamentos para resistirse al cáncer. Una, dos, tres… muchas veces ha ido a su EPS para que se los entregue. Una, dos, tres y las muchas veces, su EPS no se los entrega. ¿Cómo luchar así por la vida?


Jerónimo, es el hijo de todos. Juan el padre que lucha a diario por una familia. Gloria es la hermana que la vida le llegó en desventaja y Doris es la madre, que un día se enfermó.

Todos ellos son personas como ustedes, como yo.
Tienen corazón y alma, como ustedes y como yo.
Tienen ganas de despertarse mañana, tomar un baño y sentir la vida, como ustedes y como yo.

Todos quieren la vida como nosotros. ¿Por qué negarles la posibilidad de vivir?



 

domingo, 21 de agosto de 2016

Mi oceáno pacífico

El mar que no conocía era un charquito,
comparado con este tanque de lavadero
donde bañé horas eternas jugando con barquitos de papel.
Ahora que lo miro, no hay Duda:
Era mi océano pacífico.

sábado, 16 de julio de 2016

Cuando no importa el dolor.




Su lamento casi no diferenciaba el silencio del ruido. Apenas un pretencioso sonido fonético imperceptible para muchos, se escuchaba en la habitación. Era un “ayyy” que se repetía, un “ayyy” que seguramente alguna vez fue un grito y ahora ya es un respiro. Es el dolor que se mantiene como los segundos, como los minutos. El dolor que es su vida. Muy seguramente no sabe en este momento que su nombre es Rosa.

Pasó un día. No recuerda el día, ni la hora. Sólo sabe que pasó un día. Su cuerpo robusto de forma ovalada y de huesos largos no pudo sostenerse con sus piernas. Dolían las rodillas. Aunque doler fuera esa palabra utlizada que no podía representar la sensación que sentía al intentar pararse o sentarse. Dolía tanto que prefería no ponerse en pie, prefería no sentarse. Ahora el dolor en las rodillas de don Rodrigo casi no se sienten. Nunca más volvió a utilizar sus piernas. Imposible hacerlo ante tanto sufrimiento. Ahora permanece acostado, huyendo del dolor. Mientras otras partes de su cuerpo lo atormentan.

Doña Rosa tiene 57 años. Un número que a esta hora poco importa, el tiempo como sus lamentos, pasan en vano. Para lo único que le sirve es para recordarle cada segundo un dolor, dolor que es la suma de muchos dolores: en la cabeza, en el ojo, en el estómago, en el pecho. Un dolor que ahora no sabe dónde lo siente. Una masa en su cerebro, una verruga grande en la parte baja de su ojo y un apretujón en su pecho, le han ganado la batalla a su voluntad de respirar con tranquilidad.

Don Rodrigo tiene un poco más de 60 años. No camina. No le funcionan los riñones. Sólo lo mueven de su cama para llevarlo a un hospital a que le conecten las mangueras y le saquen los líquidos. Vive sólo con su esposa, quien a duras penas también camina. Ahora poco se mueve, la esposa no tiene fuerzas para ayudarle. No tienen como transportarlo desde que ya no pudo caminar. Pasan muchos días sin que le cambien los líquidos, mientras su cuerpo sigue perdiendo la batalla.

Así transcurren los días de doña Rosa y don Rodrigo. A doña Rosa la EPS no le autoriza los exámenes para que se determine la enfermedad que le atormenta y le acaba con su vida. A don Rodrigo la EPS no le autoriza una ambulancia para que lo transporte y pueda recibir el tratamiento para mantenerse con vida. Un trámite administrativo, una firma, una voluntad de algún funcionario de las EPS, no se realiza.

Doña Rosa y don Rodrigo son personas como yo. Personas como cualquiera que lea esto. Personas como los que en las EPS tienen que firmar para que sigan viviendo. Pero muchas de estas últimas de eso se olvidan: de la condición humana que está debajo del dolor. La indiferencia de algunas EPS está por encima del dolor. La indolencia de quienes pueden sancionar y castigar también.

Mientras, doña Rosa, don Rodrigo y quien sabe cuántos miles de caleños y colombianos siguen luchando contra la enfermedad y aún más contra la indolencia de las personas que son como yo, que son como ellos, que son como ustedes. Sin embargo desde nuestro pedacito de mundo intentamos, luchamos, persistimos, para que doña Rosa, don Arturo y muchos caleños, tengan un aliento en sus vidas. 

Ambos no viven, ambos sobreviven.

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sábado, 28 de mayo de 2016

Todo comenzó aquel día.



Todo comenzó aquel día, aquella mañana. Tenía 6 años y mi tía clara me llevaba con su mano a un lugar que nunca antes había visto. No entendía muy bien a que me llevaba. La entrada, después de las rejas, era por una puerta grande en forma de U al revés. Se me parecía una iglesia.
Llegamos a una oficina y luego de estar ahí un corto tiempo, otra persona adulta me cogió de la mano y me empezó a separar de mi tía, llevandome hacia un lugar interior: un patio donde habían muchas habitaciones y se escuchaba en ellos, a una persona adulta hablando fuerte. 

La angustia del lugar desconocido hizo que quisiera soltarme de quien me llevaba agarrado de la mano. Fue en vano. Llorando miré hacia atrás y allá pude ver que mi tía clara estaba parada, vigilando y expectante para saber la habitación en que el señor me entraría. Al verme llorando se vino hacia mi. Se agachó hasta que sus ojos estuvieran de frente a los míos. No recuerdo lo que me dijo. Si recuerdo que logró interrumpir el llanto, aunque el miedo seguía.

Seguí en dirección a la habitación, esta vez con mi tía. Entramos y había una manada de niños con camisa de cuadritos pequeños y azules. Estaban sentados en unas mesas largas de madera, pegadas con tubos a una banca, donde cabían dos. Una señora de voz gruesa con gafas nos recibía, era la única persona adulta en el lugar. Me cogía de la mano y me llevaba a una de las bancas pegada a la mesa, donde ya había un niño. Justo el espacio era para mi. 
La señora se despidió de mi tía,  y el miedo se quedaba conmigo. fue una mañana eterna. el sonido de los timbres y la voz de la señora que leía las vocales me asustaban. El bullicio de los niños también. No sospechaba que ese día el camino empezaba.

Todo comenzó aquel día  


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viernes, 25 de marzo de 2016

Caminando en el tiempo



La mano tosca y de uñas despintadas aprisionaban la chiquita, la de aquel bracito que se extendía en su totalidad para servir de lazo y evitar quedarse atrás, en el caminar lento para ella y de mucha velocidad para él.

El polvo se levantaba con cada paso, y el pequeño con la mirada en el piso, aprovechaba para patear cuanta piedrita se apareciera en su camino. Era su juego favorito en esas tardes de largo caminar. El sol se arrojaba con todas sus fuerzas sobre el cabello negro y medio ondulado de ella, quien ocupaba su otra mano con una pesada bolsa de plástico.

A esa hora nadie acompañaba el andar por el camino irregular entre arbustos y tierra seca. El olor fétido de las aguas negras empezaba a llegar con el poco viento a medida que avanzaba en el camino. Uno que otro grillo cantaba, casi armonizando cada paso dado.

Sólo faltaba atravesar el canal de aguas negras por encima del puente de madera para llegar a las casas hechas de madera, con sus techos irregulares de lámina , plásticos y tejas de barro. Muchos niños corretiaban, saltaban piedras y montículos para saludar al chiquillo que aún era sostenido con la misma fuerza por la mano que no lo aflojaba. Descalzos, con la cara gris del sudor y el polvo mezclado, corrían despavoridos por todas las calles improvisadas con huecos zanjados que servían para sacar el agua en tiempos de lluvia.

Sin detenerse, ella seguía al ritmo de su paso, atravesando ahora las casitas de madera, algunas con los lavaderos de ropa en el frente, otras con sus puertas hechas con tablas. Ahora el estaba suelto y corría, seguro de la dirección que debía seguir.  Pasaba en frente su casa y llegaba justo donde ell camión acababa de botar el material reciclado.

La caminata había terminado para ella, quien llegaba derecho a la cocina para encender la estufa de petróleo, a esa hora del día ya debía estar listo el almuerzo. El chico también terminaba: se arrojaba de cuerpo entero sobre la montaña de hojas, alambres, plásticos y miles de cositas que servían para reciclar. Era la máxima aventura jamás vivida.


Años después otros niños corretean, saltan piedras y montículos, descalzos y con la cara gris del sudor y el polvo que se mezclan. Ahora ella no camina mucho, no hay estufas de petróleo y el puente no es de madera. Mientras, un hombre ve a sus hijos arrojarse de cuerpo entero sobre una montaña de pelotas de plástico. Es para ellos la aventura máxima jamás vivida.


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Crónica radial: Los hombres que miran al piso.

Crónica que retrata la vida una persona que vive en la calle. A diario lucha por sobrevivir, mientras que un periodista aventurero quiere una entrevista para indagar acerca del hambre.

Recortes del documental La Ilusion. Momentos...

Trailer Documental La Ilusión

El tema de la desilusión escolar tiene su origen en una investigación desarrollada desde el campo de la sociología. Se trata de indagar aspectos del sistema educativo, haciendo énfasis en aquellos estudiantes que asisten a la institución, pero no les agrada la parte académica. Es lo que he llamado desilusión, otro tipo de deserción escolar, pues a pesar de que sus cuerpos están presentes, su mente vaga en busca de otras ilusiones.

Trailer Documental La marcha

El 6 de marzo de 2008 se llevo a cabo una marcha “En contra de los crímenes de Estado y los asesinatos de los paramilitares” convocada por el Movimiento nacional de las victimas de los crímenes de Estado. A esta marcha se unieron organizaciones sindicales, educativas, del sector de salud, desplazados, familiares de las victimas y grupos en defensa de los derechos humanos, entre muchos otros. Estas personas fueron asesinadas cuando buscaban reivindicar u organizar a sus comunidades con el fin de mejorar el acceso a las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Reivindicaciones que pretendían cambiar las condiciones de vida de personas como Don Juan y Puener.

Una canción desesperada

Vídeo que muestra el dilema causado por los humanos, debido al atropello cometido con los demás seres vivos... Libres los matamos, presos los desesperamos, hasta la muerte...

Hakuna Matata

Ejercicio de montaje, que anima a los personajes del vídeo Hakuna Matata... El propósito es describir elementos particulares de la Zuricata y el Tatabro.

Buscando a Marcela. Radionovela

Ejercicio de montaje: Remembranza

Ejercicio académico que busca representar la teoría de Kulechov: “El efecto Kuleschov puede definirse como cualquier serie de planos que en ausencia de un plano de situación lleve al espectador a deducir todo el espacio a partir de la visión solamente de porciones de ese espacio”.

El espejo, Sonoviso

El sonoviso es un trabajo especializado en la fotografía, donde interviene el sonido, como un elemento clave para la narratividad. El espejo narra la historia de Jimmy, un hombre común y corriente que se encuentra a sí mismo algunas noches...