Ya no estás,
pero quiero contarte que aún vuelo, me estrello con las nubes, acompaño a los
pájaros, me como el viento, atravieso el
sol y duermo en la luna.
DISTRITO DE AGUABLANCA, CALI, 1986.
DISTRITO DE AGUABLANCA, CALI, 1986.
Con un balde vacío entre
sus cortas piernas esperaba paciente. Habían unas 15 personas delante, una tras
otra. Un diminuto carro de plástico colgaba de una de sus manos, mientras que con
curiosidad asomaba su cabeza para ver como el primero de la fila ponía su balde
debajo del grifo. Miraba el agua que caía a borbotones, hasta que un fuerte
ruido del cielo obligaba a que inclinara su cabeza, y sus ojos se clavaran en
el avión que volaba encima de todos.
La noche de navidad era su ilusión. Sabía, como todos los niños
que algo llegaría para él. Acostumbraba a jugar con otros niños en un lote
donde llegaban las volquetas llenas de materiales para reciclar. Corría y con
emoción buscaba y rebuscaba juguetes entre recortes de revistas, alambres de
cobre o latas de cervezas.
Con el balde lleno y su carrito en el bolsillo, las dos manitos se
aferraban en la manija para alzarlo y caminar torpemente llevándolo en medio de
sus piernas hasta su casa. Sus pies empezaban a mojarse con las diminutas olas
que se formaban en cada paso dado sobre el piso tosco y polvoriento.
Sus juegos más emocionantes eran correr tras las volquetas que
llegaban a tirar toda clase de materiales que luego eran recogidos para
llevarlos a la chatarrería que había por su casa. Sólo el ruido que aparecía en
el cielo todas las tardes era capaz de frenar ese impulso y congelar su mirada
inclinada hacia arriba.
El balde llegaba con el agua a la mitad hasta la cocina de su
casa. La oscuridad y los zancudos empezaban a invadir el entorno y sólo eran
espantados por una mecha encendida que se escapaba por un roto de la tapa puesta
en un frasco lleno de petróleo. Con la misión cumplida, sacaba el carrito de su
bolsillo para emprender otra de sus aventuras, esta vez solitario y casi en la
penumbra.
Con el ruido de los grillos y chicharras, llegaban los pasos de su
papá, resonando en la tierra. Su corazoncito acelerado, lo empujaba para salir
a recibirlo. Un abrazo era lo único que llegaría para él, tan grande, que era
suficiente como para dejar de soñar con lo que anhelan tanto los niños una
noche de navidad. La ilusión se iba con el ruido que se apagaba en el cielo.
Mientras algunos niños jugaban con un juguete nuevo, el pequeño
estaba de nuevo en la fila, con el balde en el piso y su carrito en la mano. De
nuevo el sonido de los aviones lo desconcentraban y sus ojos brillaban mientras
los veía recorrer las carreteras del cielo. Soñaba llegar sin caminar
torpemente con un balde entre las piernas, soñaba corretear encima de las nubes
y jugar a atravesarlas manejando su propio avión.
Esa tarde no llegaría hasta la cocina con el balde hasta la mitad
con agua. Al entrar a su casa, en la sala, estaba su tía. Los bracitos soltaban el balde para lanzarse sobre ella. La tía traía consigo
una cajita que le entregó después de un abrazo y una cargada. Abrirla fue cuestión de segundos. Su emoción le hizo olvidar las veces que le tocaba ir una y otra vez por el balde con agua hasta la esquina de su casa para que su mamá pudiera cocinar, lavar la ropa y hacer el jugo. Ahora gozaba la vida abalanzando el juguete en el aire por toda la casa hasta salir a la calle. Ahora podría volar, estrellarse con las nubes, acompañar a los
pájaros, comerse el viento, atravesar el sol y dormir en la luna. la cajita estaba
marcada:
para: Alex…
de: niño Dios.
Aún lo conservo.
de: niño Dios.
Aún lo conservo.
Buen relato. Me ha gustado el principio asi es que lo he leido entero. Bueno, si senor.
ResponderEliminarLos duelistas, Es un honor recibir tu comentario. Gracias
ResponderEliminarQue ternura Alex, hiciste brotar recuerdos húmedos cristalinos en mis ojos. Fué mi Tio en una navidad con una cajita...........de colores prismacolor, con los cuales plasmé durante años mis sueños y añoranzas.
ResponderEliminarGracias.
Que hermoso gracias
ResponderEliminarrecordar es vivir ... revivir la memoria dormida es fantasticooooo ... Gracias por tu relato!!
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