Tardes eternas viéndola ahí: Con su cabeza inclinada, sus gafas puestas y sus manos extendidas sosteniendo sobre la máquina una tela.
Tardes eternas viéndola ahí: Pisando el pedal y viendo una aguja traspasar a grandes velocidades una tela, dejando un hilo cosido por su paso.
Tardes eternas viéndola ahí. Ambientado por el sonido de la máquina de coser, me gustaba meter el hilo por el ojo de la aguja, jugar con los ovillos de lanas coloridas, armar animales con retazos de telas.
Hoy hace muchos días, hoy hace muchos años, dejaste la máquina, dejaste las telas, dejaste las tardes, cuando apenas tenía 13 años.
Aún escucho el sonido de la máquina de coser.
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