Estaba en tercer grado de bachiller.
El timbre para salir al descanso había sonado hacía pocos minutos.
Muchos salían corriendo, como espantados por el hambre a hacer la fila en la tienda.
Quedaba en las afueras del salón, viendo las filas que se empezaban a formar.
Mis manos en los bolsillos, solo podían tocar la tela del pantalón.
De repente un compañerito me halaba el brazo, y me indicaba acelerado que alguien me necesitaba en la puerta.
Corrí y al llegar, ahí estaba él.
De su frente se deslizaban unas gotitas transparentes y su respirar era rápido.
Su camisa esta empapada y con unos tonos grises no naturales.
Tenía las manos en sus bolsillos y buscaban algo con alguna dificultad.
Las sacaba y toscamente intentaba meterlas entre la reja, con algunas monedas entre sus dedos.
Ahora salía corriendo, como espantado por el hambre, a hacer la fila en la tienda.
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