No es una estrella cualquiera, la que se pierde en lo profundo del firmamento.
No ha sido cualquier brillo incandescente que se apaga de repente.
Tampoco fue aquel astros luminoso que posó en vida, simplemente para eso: vivir.
Fue mucho más.
Fue la esencia pura y emprendedora de la vida,
la que siempre luchó por que no se apagara nunca su luz,
la que quiso bañarnos con su exquisita sapiencia y sus interminables ideales.
ya su luz no volverá a brillar sobre la faz de la tierra, pero siempre seguirá iluminando los rincones más profundos de mi alma.
Escrito el 22 de marzo de 1995.
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