Mientras que el mundo esperaba con ansias la llegada del sargento Pablo Emilio Moncayo, y asistía a las pantallas para gozar una de esas emociones que estamos acostumbrados a sentir en nuestra amada patria –la liberación de un rehén de guerra-, los mass media criollos ya encontraban un motivo más para empañar la labor de un grupo de seres humanos que sólo hacen lo que el gobierno no puede o más bien, no quiere: buscar mecanismos políticos para la negociación del conflicto armado.
El señor comisionado para la paz, que debería estar halagando a aquellos que suplen su función, sale a leer un comunicado, preocupadísimo por que unas imágenes se difundieron por Telesur. Argumentaba que ello no era ético y que por lo tanto debería darse una explicación del acto irresponsable de la comisión de liberación, por permitir que periodistas de dicho canal estuvieran en la zona. Claro, ello parecía ser más importante que la liberación de un hombre que llevaba 12 años en la selva.
A partir de eso me surgían varias preguntas: ¿las imágenes correspondían efectivamente a periodistas de dicho canal? Si fuera así, ¿Acaso en la famosa “operación jaque” no se difundieron imágenes de dicho operativo? ¿Y acaso en la misma operación no se utilizó distintivos falsos de la cruz roja internacional? ¿Entonces por qué reclamaban ética? Por supuesto, las preguntas sólo tenían una respuesta: Era el motivo perfecto para empañar la labor Piedad Córdoba, seguir satanizándola y por ahí derecho poner nuevamente en la opinión pública la imagen diabólica de Hugo Chávez (el personaje más nombrado de la televisión colombiana)
Sentía vergüenza ajena de aquellos periodistas que insistían en preguntar acerca de la irresponsabilidad de Piedad Córdoba y del monseñor Leonardo Gómez, por “permitir la presencia de Telesur en la zona del rescate”. No sólo caían en un prejuicio epistemológico, sino que además subestimaban la labor de un grupo de personas que con su empeño producen alegría en muchas familias de nuestra patria. Independiente de ideales o imaginarios políticos, es innegable la condición humana y la difícil, pero bella labor a la que se dedican estas personas.
Ver a Piedad con las mangas de los pantalones embarrados, cansada y mortificada por una de las luminarias en su rostro queriendo explicar al mundo todo el proceso de liberación, mientras unos periodistas insistían en el tema de Telesur, me ponía la piel de gallina. Y más vergüenza sentía, como colombiano, que el Liberado agradeciera a tres presidentes de países extranjeros y ni siquiera mencionará un sinónimo o un homónimo del nuestro. Claro tampoco esperaba un acto de hipocresía, la vergüenza pasaba por tener a un líder de mi nación no sólo incapaz, sino un inútil en el tema del conflicto armado (ni hablar del tema social).
Como diría mi abuelo: “Ni hacen ni dejan hacer” y para ello ayudan los medios, impulsados por aquellos periodistas que terminan desviando la atención de la gente del común, de acuerdo a sus intereses o mejor, a los interés del gobierno, en este caso. Por eso no será raro seguir recibiendo correos vulgares y satánicos donde caricaturizan a Piedad Córdoba, a Chávez o a Correa, mientras aquí sigamos oliendo a azufre con los problemas sociales y económicos resultado de las políticas neoliberales del gobierno.
Moncayo ya agradeció a quienes tenía que agradecer por su libertad, ahora hagámoslo nosotros.
El señor comisionado para la paz, que debería estar halagando a aquellos que suplen su función, sale a leer un comunicado, preocupadísimo por que unas imágenes se difundieron por Telesur. Argumentaba que ello no era ético y que por lo tanto debería darse una explicación del acto irresponsable de la comisión de liberación, por permitir que periodistas de dicho canal estuvieran en la zona. Claro, ello parecía ser más importante que la liberación de un hombre que llevaba 12 años en la selva.
A partir de eso me surgían varias preguntas: ¿las imágenes correspondían efectivamente a periodistas de dicho canal? Si fuera así, ¿Acaso en la famosa “operación jaque” no se difundieron imágenes de dicho operativo? ¿Y acaso en la misma operación no se utilizó distintivos falsos de la cruz roja internacional? ¿Entonces por qué reclamaban ética? Por supuesto, las preguntas sólo tenían una respuesta: Era el motivo perfecto para empañar la labor Piedad Córdoba, seguir satanizándola y por ahí derecho poner nuevamente en la opinión pública la imagen diabólica de Hugo Chávez (el personaje más nombrado de la televisión colombiana)
Sentía vergüenza ajena de aquellos periodistas que insistían en preguntar acerca de la irresponsabilidad de Piedad Córdoba y del monseñor Leonardo Gómez, por “permitir la presencia de Telesur en la zona del rescate”. No sólo caían en un prejuicio epistemológico, sino que además subestimaban la labor de un grupo de personas que con su empeño producen alegría en muchas familias de nuestra patria. Independiente de ideales o imaginarios políticos, es innegable la condición humana y la difícil, pero bella labor a la que se dedican estas personas.
Ver a Piedad con las mangas de los pantalones embarrados, cansada y mortificada por una de las luminarias en su rostro queriendo explicar al mundo todo el proceso de liberación, mientras unos periodistas insistían en el tema de Telesur, me ponía la piel de gallina. Y más vergüenza sentía, como colombiano, que el Liberado agradeciera a tres presidentes de países extranjeros y ni siquiera mencionará un sinónimo o un homónimo del nuestro. Claro tampoco esperaba un acto de hipocresía, la vergüenza pasaba por tener a un líder de mi nación no sólo incapaz, sino un inútil en el tema del conflicto armado (ni hablar del tema social).
Como diría mi abuelo: “Ni hacen ni dejan hacer” y para ello ayudan los medios, impulsados por aquellos periodistas que terminan desviando la atención de la gente del común, de acuerdo a sus intereses o mejor, a los interés del gobierno, en este caso. Por eso no será raro seguir recibiendo correos vulgares y satánicos donde caricaturizan a Piedad Córdoba, a Chávez o a Correa, mientras aquí sigamos oliendo a azufre con los problemas sociales y económicos resultado de las políticas neoliberales del gobierno.
Moncayo ya agradeció a quienes tenía que agradecer por su libertad, ahora hagámoslo nosotros.